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"Mirar no siempre es ver"

Gracias por su visita , intento desde el lugar que elegi para vivir dar a conocer la hermosa naturaleza que nos rodea y a veces no la sabemos ver , por lo tanto no la valoramos.

aves de mi region santafesina

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El URUTAÚ - Nyctibius griseus

Les presento , al Urutaú también conocido como Cacuy, Vieja del monte,  Turay, Urutauguá y otros.
Estas fotos fueron tomadas en un seguimiento realizado en un campo de mi región, bajo la dirección de mi maestro y gran ornitólogo el Dr.Martín de la Peña, también participó del mismo el colega  Dr.Francisco Junkers, gracias a el pudimos acceder al lugar. Dicho trabajo fue publicado en una revista de ciencia y naturaleza.
 El seguimiento desde la puesta del huevo hasta que voló el pichón duró aproximadamente dos meses. Se trata de un ave con muchas leyendas . 
Es un ave cuya defensa es el mimetismo, ya que cuenta con un camuflaje perfecto para el lugar donde habita, es muy difícil de localizar ya que se confunde con las ramas secas y permanece inmutable. De noche emite un grito lastimero de ahí sus leyendas, es de hábitos nocturnos y su principal alimento lo constituyen las luciérnagas y otros insectos (coleópteros).




Urutaú empollando.
 Pichón de 2 días.
Pichón de 14 días

Pichón de 20 días.
Pichón de 25 días.

Pichón a los 42 días ,en un árbol vecino al poste que fue su nido.Luego se marchó para incorporarse al medio donde habita junto a sus padres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Extracto de trabajo publicado 

Autores: Dr. Martin de la Peña, Dr. Victor Merlino y Dr. Francisco Junkers

ECO
CIENCIA & NATURALEZA
Nº 7 | 2008

Leyendas

En el noroeste se lo conoce como Cacuy. En la región guaranítica como Urutaú.Turay (en quichua quiere decir “hermano”).

  En Cuentos y leyendas populares de la Argentina, de Berta Elena Vidal de Battini, están :

 

 El Cacuy


Eran dos hermanos huérfanos,un varón y una mujer , que vivían solos en el campo.
 Caco, que era el nombre familiar del muchacho, cuidaba su majadita de cabras, buscaba miel y juntaba algarroba u otras frutas silvestres. Con esto tenían suficiente para vivir. La niña cuidaba la casa y preparaba la comida.
Los dos hermanos eran de condición opuesta.

 Él era generoso y ella mezquina. La niña nunca había sentido cariño por su hermano, y este desapego se fue convirtiendo en provocación.
Amasaba el pan y preparaba la comida para ella sola. Cuando el hermano regresaba después de todo un día de andanzas y fatigas no tenía nada para comer. 

Él llevaba la vida dura y triste con resignación, pero ella inventaba pretextos para herirlo y hacerlo sufrir.
Tomó el hábito de mortificarlo y no disimulaba su satisfacción cuando lo conseguía.
El hermano trató por todos los medios de cambiar el carácter y los sentimientos de la hermana, pero no lo consiguió. Agotada su paciencia, amargado y aturdido, resolvió darle un castigo tan grande como su crueldad.
Un día le pidió que le ayudara a sacar de un árbol alto, la miel de un enjambre que acababa de descubrir y ella aceptó. Cruzaron el bosque y treparon a un árbol gigantesco. Cuando llegaron a la copa, se cubrieron la cabeza para evitar el ataque de las abejas. La niñase sentó en una horqueta y esperó las órdenes del hermano que debía dirigir la faena. El muchacho fingió abrirse paso entre el ramaje hacia el enjambre, pero comenzó a bajar, y al bajar fue cortando uno a uno todos los gajos del tronco.
¡Sabrás, ahora, lo que es tener hambre! le gritó desde abajo ¡Ahí te quedarás hasta el resto de tu vida!
La niña se desembolzó y vio el tronco despejado y altísimo. Imposible era bajar por él. Largarse, era estrellarse en el suelo.  Rompió a llorar y le pidióal hermano que la bajara. Le prometió ser buena, atender sus obligaciones y ayudarlo pero él no se ablandó, echó a correr y la dejó abandonada.
En su desesperación, la muchacha comenzó a llamarlo por su nombre y lo llamó hasta que se apagó la voz en su garganta.


-¡Caco, huy!...¡Caco,huy!...¡Cacuy!....¡Cacuy!


Su grito de horror y de arrepentimiento se fue haciendo cada vez más lastimero y desesperado, pero nadie podía oírlo, su hermano estaba ya muy lejos, y hasta a gran distancia del lugar, no se encontraba una sola habitación humana.
Sobre aquel castigo, cayó otro castigo superior; la hermana cruel se transformó en ave y echó a volar en busca de su hermano.
Desde entonces, cuando llega la noche, apegada al tronco de los árboles, con la cabeza tendida hacia la altura, los ojos cerrados y en rara actitud de espera, llama angustiada al hermano que nunca volverá :


¡Cacuy!.....¡Cacuy!........


Los lugareños de los cerros y las selvas del norte se estremecen al oír el grito del ave nocturna, solitaria y huraña, y cuentan su historia a los hijos dándoles así una lección ejemplar.

El Urutaú

Había una vez una joven tan amiga de divertirse, que todo lo olvidaba por una hora de entretenimiento.
Un día, mientras bailaba en una gran fiesta de la comarca, le avisaron que la madre estaba muy enferma y mandaba por ella.
La muchacha se sobresaltó con la noticia, pero, como estaba acostumbrada a no privarse de ninguna diversión, el gusto pudo más que su deber de hija, y quedó hasta el fin.
Cuando volvió a su casa, lamadre había muerto. La muchacha la lloró sin consuelo.

 La Providencia castigó su culpa convirtiéndola en el urutaú, ave de aspecto raro y siniestro que huye de toda presencia y vaga solitaria.
 En la oscuridad de la noche, y en el silencio de la selva, llora y llorará con un grito extraño y lastimero hasta el fin de los siglos




José Cruz Rolla en su libro Ñandé ipikuera retá, relata una
leyenda del noreste argentino:
En el Diccionario Folklórico argentino, de Félix Coluccio está la siguiente leyenda :
Leyenda del NE argentino.
Próximo al río Uruguay vivía Ñeambiú , joven guaraní, hija de un aguerrido y valiente cacique. En su corazón florecía el amor de Cuimaé, guerrero tupí, prisionero de su padre. Negado el asentimiento del cacique y de su esposa para unirse a su elegido, huyó a los bosques del Iguazú, donde lloraba silenciosamente su frustrado amor.
Pronto fueron a buscarla los indios y las indias de la tribu y a rogarle el retorno al hogar. Nada pudieron las súplicas.
Impasible escuchaba sus anhelos. Nada decía, y retornaba sin que pudieran evitarlo, a la espesura de la selva donde reinaba Caá Porá, monstruo horroroso que hacía desgraciado al que osaba solamente mirarle. Un día, para conmover su corazón que ya parecía de piedra, le anunciaron la muerte de sus padres. Ni una lágrima derramaron sus ojos.
 Por fin el hechicero de la tribu, Aguará-Payé, dijo con voz pausada : ¡Cuimbaé ha muerto! La selva toda pareció estremecerse con los lamentos de Ñeambiú que a poco fue transformándose en pájaro : el Urutaú. Los que estaban cerca transformáronse en sauces. Y sobre sus ramas desnudas de hojas llora y llora eternamente el Urutaú su perdido amor.
Se trata de una joven india convertida en pájaro, cuyo grito, en la soledad de la noche, es una tristísima súplica de amor.
Urú, hija de un poderoso cacique, se anamoró de Kiyá, gallardo mozo perteneciente a una tribu enemiga. Enterados los padres de Urú, se opusieron al matrimonio, por tratarse de un enemigo del pueblo y pensando que con el tiempo ella lo olvidaría. Pero una tarde Urú desapareció, y tan grande fue la angustia del cacique,
que todo el pueblo se puso en movimiento para hallar a la joven.
Llegaron hasta la casa de Kiyá, y se encontraron con que el mozo nada sabía de la suerte de Urú.
Pero al fin dieron con ella. Y si grande fue la pena que produjo su desaparición, más fue el dolor que experimentaron al verla. Con la mirada perdida, no escuchaba ni las súplicas, ni el llanto, ni las amenazas. Para ella todo era lo mismo, y con indiferente actitud se volvió a la espesura.
Llamaron a los médicos de las tribus vecinas y le administraron toda clase de medicamentos, sin ningún resultado. Vinieron los caciques, y cada uno contaba de las alegrías, de las penas de su tribu, le hablaron de los pájaros que ella más quería, de los hermanos, de los padres, y ella miraba con indiferencia, sin responder. Y como último recurso, el más viejo de la tribu le dijo :
“Kiyá murió ahogado”.
Un terrible y desgarrador alarido se escuchó en la selva. Y al volverse todos para ver a Urú, no la hallaron. Esta vez había desaparecido sin dejar rastro.
Desde entonces la niña, convertida en Urutaú, golpea con su llamado la noche, buscando a su amado, quien para ir a su encuentro se zambullo en las aguas



versos de Guido Spano :
¡Llora, llora, urutaú
en las ramas del yatay!
Ya no existe el Paraguay
Donde nací como tú...
¡Llora, llora, urutaú!
Coplas populares de Norte :
De los montes de Santiago
 a los cerros de Jujuy,
me quejo como el crespín
 y lloro como el kakuy.
Soy como el urutaú
 que canta mirando al cielo;
porque no puedo encontrar
 la prienda de mi consuelo.
Mañana me voy pa ’ Salta
y a la puna de Jujuy,
suspirando por los campos,
los ojos como kakuy.
Según Lehmann Nitsche, tiene otra
leyenda :
Una muchacha es engañada por el Sol. Abandonada a su suerte, se sube a un árbol para seguirlo en su carrera.
Allí es transformada en ave, llorando de desesperación en la noche cuando el Sol se oculta en el horizonte.